viernes, 11 de marzo de 2011

El periodismo burocrático

En la facultad nos enseñan a redactar teletipos y a competir con el resto de nuestros compañeros por apenas un puñado de puestos de trabajo en alguno de los medios nacionales. Poco más.

Un periódico es la mejor escuela, sin duda, pero algo parece que ha dejado de funcionar.

¿Por qué cada vez hay más periodistas que no leen el periódico? No hablo ya de leer a la competencia, sino del propio medio en el que trabajan. Periodistas que no leen libros, ni no ficción ni literatura. Que no se interesan por más secciones que la propia en que trabajan (y a veces ni eso). Que desconocen su entorno; la política, el sistema social, la cultura… ¡Periodistas sin curiosidad! Sin ideas. Sin ambición.

Los nuevos periodistas, los recién horneados, aseguran con cierta prepotencia que son los mejor preparados (no para escribir, precisamente, pero sí por extras de manejo de recursos tecnológicos), pero entonces por qué los periódicos son cada vez más aburridos, más uniformes, más informativos y menos reflexivos. Es algo que se viene notando desde hace tiempo, sobre todo en las redacciones digitales, precisamente las que más proyección deberían tener (en cuanto a ingresos y diversificación).

La culpa la tiene, a mi juicio, un nuevo tipo de periodismo que ha surgido durante la última década y que yo renombraría como periodismo burocrático. Esto es, el periodista como funcionario. El periodismo de oficina. Adiós a las redacciones.

Reconozco este nuevo tipo de forma de trabajar y culpo de él a los responsables de los principales medios de comunicación. Centrándome sólo en el caso español, diría que aquellos que reinventaron el periodismo, que capitanearon la libre circulación informativa al tiempo que se instauraba la democracia en este país; esos idealistas que montaron redacciones con amigos y compañeros de facultad, que trabajaron horas y horas entusiasmados por su trabajo, son los que ahora han caído en la extrema capitalización de la empresa periodística.

Su interés en un nuevo canal de distribución como Internet ha sido tardío y residual. Ellos han permitido contratar a recién licenciados por sueldos que jamás aceptarían para sus hijos y han inculcado que más vale la cantidad que la calidad. Desde luego no es sano generalizar y hay varios ejemplos de buenos directores de medios digitales que han sabido fomentar la creatividad de sus equipos, y seguramente en eso resida el éxito que sus medios han tenido en la Red.

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